miércoles, 30 de noviembre de 2011

Nuevos tiempos


 
                                                    El corazón de la locura. Salvador Dalí
El psicopatólogo Aquilino descargó su pesada levita y el maletín en el recibidor de su impoluta casa y ya ligero, se calzó las zapatillas que su mujercita le dejaba preparadas junto a la puerta para no dañar el inmaculado parqué y avanzó por el pasillo:
-¡Cariño, cariñito mío! ¡Paloma!
A pesar de llevar casados más de treinta años gustaba de llamarla como en sus años de noviazgo. Creía rejuvenecerla con esos apelativos y seguir viéndola como la adorada virgen que fue. Y eso, a pesar de los cuatro hijos varones que dios les había otorgado.
-¡Amorcito, aquí me tienes, en la cocina!  ¡Pobrecito mío, seguro que llegas muy cansado, no hay más que verte! –le dijo la susodicha con boquita de piñón, mientras le colocaba bien dispuestos los cabellos sobre la calva. Te he preparado un riquísimo pastel y ahora mismito te pongo la infusión de manzanilla. Pero, cuéntame ¿qué tal te ha ido el día?
-No paro, es un sinvivir, todo el día discurriendo contra las aberraciones sexuales que algunos reclaman. ¡Insensatos! No sé dónde vamos a ir a parar. Ahora los jóvenes demandan el derecho al botellón y el reconocimiento de la bisexualidad. ¡Locos!
-¡Santo cielo! –exclamó la mujer persignándose. ¡Dios nos coja confesados!
-Pero te revelaré que hoy he cometido un ligero pecadillo sin importancia. Ni siquiera hará falta que se lo cuente a monseñor. Verás, salía de la reunión de expertos católicos, donde por fin he conseguido una postura unánime sobre la enfermedad de los homosexuales, cuando al ir al garaje me he tropezado con una pareja de  promiscuas, que también iban a buscar su coche. Al verse interpeladas por mí se han puesto muy agresivas. Ya sabes, que si señor métase en sus asuntos y a usted qué le importa etc… Iba decidido a ayudarlas, pero he observado una actitud hostil y nada dialogante en ellas. Así que te ahorraré los detalles, pero digamos que la sociedad debiera agradecérmelo. No me ha quedado más remedio. Dos drogadictas menos que no harán uso indebido de la seguridad social a causa de sus depresiones, sus fobias, ataques de ansiedad y trastornos de conducta.
-¡Ay, amorcito, qué bueno eres, no sé qué haríamos sin ti!...

4 comentarios:

  1. Jeje, qué suerte que la actualidad te inspire la escritura!!!!Menuda terapia.A mí me deja más amarga, a ver si me cambio el chip.
    Besos

    ResponderEliminar
  2. Maga, como falta un guión en "pero te revelaré..." Parce que estén hablando dos hombres, lo cual no deja de ser gracioso, ¿es intencionado o ha sido un lapsus de tu incosciente? Buen relato y retroceso en el mundo de la actualidad.

    ResponderEliminar
  3. Pero que cruel eres, ¿no?. Luego hablas de mí, jijijiji. Pensar que todavía hay gente así, tan retrógrada....sniffff. Me ha gustado mucho. Desde hoy te sigo como fan incondicional.

    ResponderEliminar