domingo, 19 de julio de 2015

Mi despedida

Dice Mario Benedetti que “El olvido está lleno de memoria”.  Por si acaso esta me  flaquea, he decidido recordar que:
Empecé antes de ayer en el cole de Es Puig, con todas mis ilusiones intactas. Y las fui estrenando en el aula, con los niños y con compañeros que como yo creíamos en el necesario cambio de rutina pedagógica. Eran los años 80 y asistíamos al ascenso imparable de todos aquellos movimientos de renovación que defendían la escuela pública, democrática y laica. Abogábamos por el uso de la lengua materna como vehículo educativo y oficial. Rosa Sensat y Cuadernos de Pedagogía, marcaban rutas. Yo empezaba a aprender el oficio y a cogerle el gusto.
Y al compás de la escuela y los vaivenes de la educación nacieron y crecieron mis hijos y mi vida. Y en este camino se forjaron amistades duraderas.


Poco después mi culo, siempre inquieto, me llevó a la formidable experiencia de la cooperación internacional y con Ensenyants solidaris recorrí Guatemala durante tres veranos, conocí sus aldeas y  sus gentes y me enamoré de ellos y del país.
Más adelante me apunté a las nuevas tecnologías, me hice bloguera y descubrí una herramienta transformadora de las clases tradicionales. De nuevo se renovaban las ilusiones, al tiempo que aprendía un montón de todos los compañeros de Aulablogs, mucho más sabios.
Ahora he tenido la gran suerte de poder asistir al movimiento asambleario de estos últimos años. Y con él, a mi deseo creciente de dejar mi lugar a los jóvenes tan bien preparados y que ya necesitan trabajar.
Además, a lo largo de estos últimos años me he dado cuenta  de que las palabras me enganchan, no solo como lectora, sino para juntarlas e ir escribiendo y contando. Las palabras tienen música, nos emocionan y nos hacen soñar.
Creo que en el fondo todos nosotros tenemos la gran suerte de ser unos tremendos narradores de historias, aunque no seamos conscientes de ello.  Y las nuestras tienen a diario en las clases a unos receptores de alta calidad: nuestros alumnos.

Muchas gracias.

(Discurso que me dediqué a mí misma en la despedida del instituto)



Para mi estimada Mª José, maestra de profesión y vocación

A la MARI en mayúsculas, la de San Juan y Muchamiel, la de Asturias y Mallorca, la de Francia y la de España. Para ti, porque no te vas, te quedas en todos nosotros.

Como un suave soplo de brisa mediterránea te queremos decir suavecito que eres nuestra otra madre, la madre de todos y cada uno de los aquí presentes y de todos y cada uno de los chiquillos que han tenido la gran suerte de haber pasado por tu aula.
Tu fuerza -estamos convencidas de ello- es ancestral y mitológica como las de las antiguas deidades de este mare nostrum. De ahí tus poderes: enseñas, abrazas, escuchas, juegas, cuentas, dialogas, recompones, protestas, lees, suspiras, ríes, lloras, transformas, ilusionas y creas.

Posees la magia de innovar y de creer que en la escuela, las clases y las cosas se pueden hacer siempre de otra manera. Todos hemos aprendido esa lección, puesto que tú, como buena hechicera que eres, haces fácil lo complicado. Y con azúcar nos salen mejor las recetas. Has tenido muchos premios y reconocimientos, pero  quizá el mejor sea la pasión con la que te lanzas a nuevos retos y proyectos.
Con ese aire tuyo de no haber roto nunca un plato, posees todos los secretos, sí Mari, a pesar de tu aspecto, menudo y pequeño, siempre has sido una trabajadora incansable, fuerte y recia por dentro, como los volcanes. Valiente para expresarte e indignarte aunque no les fuera a agradar a tus interlocutores. Un ejemplo de dedicación y vocación para nosotras, las más jóvenes, en estos tiempos que corren.
Te has comido la vida a bocados largos, saboreándola, disfrutando y compartiendo, que es lo verdaderamente importante. Ahora a tomársela de otra manera, sin esfuerzo, a hacer lo que te gusta únicamente y con risas, muchas risas y repique de campanillas a tu paso, con la música de todos los abalorios de colores que siempre te acompañan.
Y por último, como fieles devotas de la antigua diosa, te hemos de agradecer, el haber podido conocerte, quererte y contar contigo. Serás siempre: nuestra     Mari, madre, maestra, amiga y confidente.

Tus compañeras y amigas