Te fascinaba, no podías sustraerte a su encanto aunque no fueras correspondida. La espiabas continuamente. Primero fueron miradas furtivas cuando estabais en la mesa del comedor o cuando salía por el pasillo y se iba a sus quehaceres. No pasaba un día en que no la siguieras con la mirada. Su figura y su porte te recordaban las ilustraciones de antiguos cuentos de príncipes encantados y princesas redentoras, seres etéreos y angelicales. Querías ser como ella, sabías que era amable contigo, como correspondía a un trato diferencial así establecido. Por eso, cuando aquella noche la contemplaste a través del ojo de la cerradura, en la intimidad de su habitación, decidiste que tenías que abandonar la casa de tus padres, tu casa. No podías soportar que otra persona, aunque fuese del servicio, iluminara la vida con una luz mayor que la tuya.
domingo, 22 de abril de 2012
miércoles, 4 de abril de 2012
¿Dónde están los pájaros que cantan?
Te habías instalado a escribir con la vieja máquina del
abuelo en el jardín, en un rincón idílico junto al sendero de entrada a la
casa; así los ruidos no te molestaban. Nos hablabas de ellos constantemente, pero
nunca habíamos tenido la oportunidad de verlos. En tus cuentos infantiles aparecían extraños seres fantásticos de los que captan la atención de los lectores más pequeños. Y creíamos que también ellos eran fruto de tu imaginación. Una tarde que tú
habías bajado al pueblo, los vi. Allí
estaban, junto a las páginas escritas, aguardando que continuaras tus relatos para hacerte compañía y susurrarte historias secretas. Eran
azules, como sus trinos.
domingo, 1 de abril de 2012
La dueña de todos los perfumes
Cada vez que destapes el agua de colonia, acuérdate de mí y de que me lo regaló mi amiga Antonia, catalana que conoce a Serrat y sus aromas te trasladarán al Mediterráneo y al barco de Pepe y a Ibiza, donde vive Eva y a Sóller, donde tienes otra amiga que te espera; y así aspirando perfumes y navegando por mapas con esencias de boleros, completamos el círculo del 7 y lo cerramos. Amarra y echa el ancla para que los sueños e ilusiones no se evaporen
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