lunes, 1 de enero de 2024

Deliciosos recuerdos


La comida de hoy me ha hecho rebobinar sesenta años atrás en mis recuerdos. Olores y sabores que me han trasladado a Benimantell cuando mi padre, algún día especial, nos llevaba al Casino a tomar el aperitivo a mis hermanos y a mí. Subíamos la escalera empinada hasta llegar al piso donde se encontraba el lugar mágico. Yo no llegaba a la alta barra, tenía que alejarme para poder observar los colores de las botellas del fondo y ver cómo el camarero trajinaba con las copas y el grifo desde el que salía ese líquido amarillo con espuma, que nivelaba con una pala. No recuerdo qué beberíamos los niños, probablemente sería la gaseosa de aquellos tiempos, o la naranjada: el orange crush. Lo que sí recuerdo son los platillos de riñones e hígado de cordero a la plancha, con perejil de adorno. Una auténtica delicia que nos disputábamos a codazos mis hermanos y yo blandiendo unos pequeños tenedores en nuestras manos, mientras el contenido de aquellos pequeños platos ovalados volaba sin resuello. Nosotros siempre discutíamos a ver por qué uno comía más que otro, discusión que siempre se solucionaba a tortas. Ahí se inició nuestro descubrimiento del plato. Hace años que ya no se encuentran esas vísceras del cordero y que además, no recomiendan los nutricionistas. Así que, aprovechando las ventas navideñas de lechazo castellano, he podido comprarlos en el mercado, cocinarlos como en casa y disfrutar con nostalgia de mis recuerdos familiares mientras los saboreaba.

Para mis hermanos Pepón y Eva que saben de qué hablo.


Gijón 1 de enero de 2024.