viernes, 24 de agosto de 2012

Para siempre



Pasada la primera canícula amorosa, me impediste marchar. Desconocía tus intenciones y que tu pasión pudiese llegar a tales extremos. No sospeché nada del batido de frutas helado que me ofreciste poco antes de partir. Debía de haber desconfiado de tu obsesión por Lewis Carroll.


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