miércoles, 31 de marzo de 2021

Asturies 1. Nietas. Confinamiento perimetral.


Intento mimetizarme con el asturianu y hoy he comprado picadillu, que ye lo más de lo más popular por estos lares. No os voy a explicar en qué consiste, porque tampoco lo sé muy bien, algo así como la carne picada del chorizo, su interior, vaya, pero en masa exterior al aire libre. El carnicero ya me ha explicado cómo y con qué prepararlo, que son bien simpáticos todos, y se enrollan mucho. A mí me encanta que me den charla, porque Loren no me da mucho juego en lo de conversar, aunque les entiendo poco si hablan tan rápido, así que me pueden vender lo que quieran, hasta una vaca de sus praos, si les da la gana. Bueno, el picadillo, para  los macarrones o con verdura, como un aderezo más. No podemos estar todo el día comiendo en sidrerías de menú con esas perolas de fabes que te ponen que son inacabables. A ver qué os pensáis. Nos cuidamos. Hoy he comprado filetes de marrajo, o sea tiburón. En esta tierra los pescados son todos a lo grande: bonito, bacalao, merluza de gran tamaño. También he probado los ericios de aquí, delicioso manjar, los bollus preñaus, que venden en cualquier panadería y el Afuega´l Pitu, queso bien picante. Y ya he preparado fabes verdines con almejas. Hoy ha salido el sol y el mar estaba tranquilo, así que me he paseado en mangas de camisa como una buena maizona. Los lugareños son muy cariñosos con los perros y los llevan de paseo a la arena de la playa, que está llena de canes con sus respectivos amos. Ellos son los destinatarios de todos los carteles municipales, que yo siempre leo por si acaso el aviso fuera conmigo, como buena pardilla que soy, pero no. Son los que más la disfrutan hasta que sube la marea y los bichos se bañan y no le tienen miedo al agua. Curiosidades de la vida y de los viajes. Como Manolo, el paisanu tan simpático, que conocí ayer. Vive solo con su perro, por eso necesitaba una casa con terraza y se compró un ático más lejos de la playa de San Lorenzo y del paseo. Se mudó y vende su piso, que es un edificio singular catalogado, de fachada bicolor con mirador y gran reconocimiento urbanístico. Subí con él, cómo me lo iba a perder, y me lo enseñó, porque yo estaba enamorada y por eso le pregunté en la puerta de su casa y dio la casualidad de que él era quién lo vendía. Pero claro, una no se va a comprar un pisito por mucha fachada modernista y mirador que tenga, porque, además, mira siempre al Norte y jamás le da el sol. También, ya puesta en el papel, me interesé por las humedades que tenía el parqué del pasillo y me dijo que eso había sido su perrín. Una no vive en el zaguán de la vivienda con esos azulejos con cenefas de flores, no, por mucho que le presten. Ni en la calle contemplando la bonita fachada. A una le encanta, sí, y no le importaría tener una casa cerca del mar Cantábrico, que esa es otra, siempre está furioso y ventoso, que no es lo que entendemos nosotros, los mediterráneos, por brisa refrescante, no. Es un auténtico vendaval. Eolo no desfallece nunca. El paisaje que lo acompaña sí que es un auténtico bien cultural. Ya os lo contaré, si puedo moverme. Y ya sabéis el dicho: “Asturies ye España y el resto, tierra conquistada”. ¡Arriba Pelayo!

Gijón. Marzo 2021

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