A la MARI en
mayúsculas, la de San Juan y Muchamiel, la de Asturias y Mallorca, la de
Francia y la de España. Para ti, porque no te vas, te quedas en todos nosotros.
Como un suave
soplo de brisa mediterránea te queremos decir suavecito que eres nuestra otra
madre, la madre de todos y cada uno de los aquí presentes y de todos y cada uno
de los chiquillos que han tenido la gran suerte de haber pasado por tu aula.
Tu fuerza -estamos
convencidas de ello- es ancestral y mitológica como las de las antiguas deidades
de este mare nostrum. De ahí tus poderes: enseñas, abrazas, escuchas, juegas,
cuentas, dialogas, recompones, protestas, lees, suspiras, ríes, lloras, transformas,
ilusionas y creas.
Posees la magia
de innovar y de creer que en la escuela, las clases y las cosas se pueden hacer
siempre de otra manera. Todos hemos aprendido esa lección, puesto que tú, como
buena hechicera que eres, haces fácil lo complicado. Y con azúcar nos salen
mejor las recetas. Has tenido muchos premios y reconocimientos, pero quizá el mejor sea la pasión con la que te
lanzas a nuevos retos y proyectos.

Te has comido la
vida a bocados largos, saboreándola, disfrutando y compartiendo, que es lo
verdaderamente importante. Ahora a tomársela de otra manera, sin esfuerzo, a
hacer lo que te gusta únicamente y con risas, muchas risas y repique de
campanillas a tu paso, con la música de todos los abalorios de colores que
siempre te acompañan.
Y por último, como
fieles devotas de la antigua diosa, te hemos de agradecer, el haber podido conocerte,
quererte y contar contigo. Serás siempre: nuestra Mari, madre, maestra, amiga y
confidente.
Tus compañeras y amigas
Tus compañeras y amigas
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