lunes, 10 de marzo de 2014

Mis ojos son tuyos

                                                                                   Jumeirah Port de Sóller, 29 de septiembre


                                                                   Caspar David Friedrich
Querida mía:

El día se alarga en esta costa acantilada del oeste de la isla como racimos de uva madura que  no quiere ser recogida; del mismo modo, el sol no desea despedirse del verano. La atmósfera continúa cálida y el mar, siempre presente allá donde mires, le hace guiños al astro solar, incitándome también al baño. Es tiempo de membrillos y manzanas reinetas. Es tiempo de vendimia, de catar  juntos los mejores caldos. Septiembre. Y yo estoy sin ti, en este trozo de paraíso mediterráneo que se llama Mallorca. Y te quiero saborear, aunque estés lejos, con mi nostalgia.
Esta mañana, contemplaba el paisaje desde aquí, donde cielo y mar se unen entre aroma de pinos, y  me he sentido tan atrapado que no he podido hacer nada más. Lo miraba por los dos, pensando que este valle es uno de los lugares más bellos del mundo y echándote de menos. Tu risa cantarina sería el mejor regalo para mis oídos y tu presencia, para mis viejos huesos. No ha podido ser y me conformo. Aún así, te lo describo porque sé que te encanta y mi vista es también  la tuya, y te cuento y te cuento para que luego tú imagines, con los ojos de los sueños, los mejores relatos. Dominan el verde, el blanco y  el azul. Cielo limpio y nubes de algodón, como a ti te gustan, recién estrenado un nuevo día. Tú descubrirías navíos que surcan mares y continentes remotos; piratas que trepan por el velamen y caballeros que rescatan damas en torres vigías suspendidas sobre acantilados imposibles. Y nubes que representan formas de ancianas bondadosas y que pasan veloces porque las reclaman en sus lejanos cuentos.
Al atardecer las montañas se tornan rojizas y he creído reconocer la luz cálida del ambiente de los largos días de estío, que tú transformarías en imágenes de caravanas cruzando desiertos dorados como el color de los albaricoques o el de las arenas, o como los últimos rayos de este sol que ya se oculta tras el horizonte marino, dándose un único y majestuoso baño. Y yo te cruzo a ti, y tu piel es terciopelo cálido con sabor a melocotón maduro.  Y quiero sumergirme contigo en aguas atestadas de sirenas y descubrir para ti, tesoros e islas desiertas. Y te codicio así, soñadora y valiente; libre y espontánea como las palabras que se ocultan en tus labios y que yo descubro y relamo a placer sin pedirte permiso.
Después de tantos años juntos, creo que me atrevo a proclamar a los cuatro vientos que eres la hechicera de mi vida, mi protectora, mi estrella polar,  mi faro… La magia de tus relatos me hace mejor persona, me quita miedos y pesadillas. Eres, sin duda, el mejor destino soñado nunca, el paisaje más plácido y ya sabes… que mis ojos son tuyos y mis médulas, como diría Quevedo,  también.
                                                                                 Tu fiel contemplador, amante y compañero


Nota: texto escrito en alfabeto braille

2 comentarios:

  1. Un texto cargado de sensaciones, de imágenes, para leer sin ojos, con ojos, pero siempre con el corazón.
    Tus letras siempre merecen la pena.
    Enhorabuena.

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