jueves, 25 de abril de 2013

UNA VIDA, un viaje







Ya había alcanzado esa edad en la que nadie se fijaba en ella y se sentía transparente.  La vio en un escaparate, iluminada desde su interior. Su color oro pálido y resplandeciente al mismo tiempo, le evocaban las arenas del desierto. La compró y la instaló en su mesa de trabajo, junto a los recuerdos más queridos. El azul de los océanos la transportaba a viajes surcados por embarcaciones a vela y mares llenos de aventuras. Rodaba la bola y su dedo índice se desplazaba por lugares remotos. Ahora sí empezaban de verdad sus sueños en solitario.

5 comentarios:

  1. Siempre he pensado que las bolas del mundo nos permiten no perdernos en la inmensidad del ¿verdadero? mundo que habitamos. Es una cuestión de escalas... Un fuerte abrazo Malén, hermoso relato...

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  2. Viajar es sin duda una forma de escapar. Y de encontrarse. Un lujo para quienes disponen de tiempo (y dinero) para hacerlo.
    Tu micro pone de manifiesto que nunca es tarde para hacerlo, y que no hace falta compañía.

    Fuerte abrazo.

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  3. Hola, soy Asun y te vi en Esta noche te cuento.
    Creo que estoy en esa edad de ser transparente para todos. Y casualmente acabo de terminar un puzle de un globo terráqueo... Parece que tu pequeño relato esté hecho para mi.
    Saludos.

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