
Un sinnúmero de manos la rodeaban y acariciaban. Pensaba que todo era un gran sueño y, por si acaso, ni se movía ni respiraba, para que no se desvanecieran las múltiples sensaciones placenteras con el despertar. Las manos bromeaban con su cuerpo convirtiéndolo en estatua o en ave de grandes alas. Eran manos amigas, que la apoyaban y mimaban como si su único objetivo fuera hacerla gozar.
¡Qué bellos relatos, Maga! Las fotos son muy buenas también. Felicidades y un abrazo.
ResponderEliminarAquí sigo dando una vuelta por tu blog, estas fotos son preciosas, no conocía a esta artista y es un placer, junto con leer los textos que las acompañan.
ResponderEliminarTe felicito.
Gracias, amigas!!
ResponderEliminar