domingo, 22 de abril de 2012

Obsesión


Te fascinaba, no podías sustraerte a su encanto aunque no fueras correspondida. La espiabas continuamente. Primero fueron miradas furtivas cuando estabais en la mesa del comedor o cuando salía por el pasillo  y se iba a sus quehaceres. No pasaba un día en que no la siguieras con la mirada. Su figura y su porte te recordaban las ilustraciones de antiguos cuentos de príncipes encantados y princesas redentoras, seres etéreos y angelicales. Querías ser como ella, sabías que era amable contigo, como correspondía a un trato diferencial así establecido. Por eso, cuando aquella noche la contemplaste a través del ojo de la cerradura, en la intimidad de su habitación, decidiste que tenías que abandonar la casa de tus padres, tu casa. No podías soportar que otra persona, aunque fuese del servicio, iluminara la vida con una luz mayor que la tuya. 

4 comentarios:

  1. Jo, dices tanto con tan pocas palabras!! Me ha gustado mucho, Maga. ¡Maga de las palabras!

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  2. De acuerdo con Amparo, me ha encantado y el final pone el broche de forma magistral. Enhorabuena!

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  3. Jo, qué situación, insólita, muy insólita. Muy bien Maga.

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