La radio de mi casa era de madera oscura,
grande y lustrosa. Ocupaba una pequeña mesa para ella sola. Tenía ruedas como
botones en la parte baja, su centro era blandito, de tela de hilos
entrecruzados por donde salían las voces y justo debajo se situaba la línea de
números con luz, donde el dial se iba parando. Aquí está Radio España
Independiente, allá en aquéllos alejados, Radio París.
Una caja rectangular que era la reina de
la estancia. A su alrededor cada noche se sentaban los mayores de mi casa. Para
todos, la histórica protagonista de un mundo lleno de magia y esperanza.
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