Era un camafeo chino de jade y plata. Se lo había traído de regalo en uno de sus viajes por Oriente. En su interior se escondía un reloj. Según su tía era una pieza muy antigua y apreciada. Poseía propiedades mágicas. Nunca hizo caso de aquellas supersticiones y en pocas ocasiones lo lució, aunque le supo mal perderlo. El murmullo de voces familiares se había ido apagando, ya no estaban, habían desaparecido y el fantasma con ellos. (Enviado por Magdalena Carrillo Puig)
Fragmento elegido para formar parte de la historia completa iniciada por Ángeles Mastretta
publicado en el País
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