Pensabas que eras demasiado mayor
para volver a ilusionarte como un colegial y, sin embargo, aquí estás, deseando
que regrese pronto, y te salude, y se interese por cómo has pasado el día, y te
haga mil preguntas sin esperar respuestas, pues ella te irá contando, como un
torbellino, todo lo que éste le ha deparado. Y tú la mirarás embobado,
sonriente y orgulloso, sintiéndote cómplice una vez más de los secretos y
confidencias de las que, sin meditarlo demasido, te hace portador. Nunca
hubieras imaginado que, a pesar de la diferencia de edad, podrías congeniar
tanto con otra persona, que te haría reír y
soñar, ni que la vida pudiera volver a cobrar sentido cuando ya la
espalda inicia una leve curva sobre sí misma, independientemente de tu
voluntad, y tus cabellos comienzan a clarear.
La mirarás orgulloso, como los más ancianos
contemplan aquel árbol que sembraron hace ya mucho y que se levanta imbatible
abriendo sus ramas hacia el cielo. Y ella te dirá ¡Abuelo! Y te estampará un
sonoro beso, que te hará el hombre más feliz del universo.
Malén
Me rindo ante tu trama, ¿quién iba a pensar en una relación abuelo-nieta? Delicioso.
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