Me dobla, me estruja, y me mete en una bolsa de plástico despidiéndose de mí hasta el invierno siguiente. Pero, ¿qué hace ahora? ¡Esto es nuevo! Me ha quitado el aire, no hay espacio y me ha dejado reducido al tamaño de un raquítico sándwich. No puedo respirar, ni tampoco decir palabra. Montse, mi amor, que quiero acariciarte por las noches en tu cama. ¿Por qué me haces esto?
Le dice a su hija que es un gran invento, que así habrá más espacio para todo en los armarios, incluso que lo va usar para hacer la maleta y viajar con Ryan air sin problemas. Y continúa ese ruido atronador, esa máquina infernal que es el aspirador.
Me ahogo, mi relleno de plumas ha quedado reducido a un guiñapo. No puedo más… ¡Socorro, ayuda! ¡Sáquenme de esta prisión! ¡Llamen a la ambulancia!
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