domingo, 21 de febrero de 2021

Distopías y transformaciones


Sin apenas darnos cuenta nuestro pequeño mundo se va cerrando sobre nosotros y vivimos prisioneros cada uno en su burbuja. No salimos ni quedamos con los amigos, no charlamos ni nos acercamos a nadie. No nos tocamos. Las palabras se nos olvidan por no usarlas. Las cifras de muertos se siguen disparando en oleadas. Nos olvidamos de viajar y nos imaginamos las sonrisas porque no conseguimos verlas. Estamos vivos, tenemos suerte. 

Ya pronto se cumplirá un año desde que empezó esta pesadilla que ha cambiado nuestra manera de ver el mundo y nuestra vida y seguimos sin acostumbrarnos. Cuando no esperamos nada, nos quedan los sueños, la ficción para combatir el miedo y la triste realidad. Los deseos de volver, la nostalgia por regresar a la vida como era antes siguen manteniendo nuestra ilusión. Tendremos que aprender a abrazar, dar besos y acariciar. Necesitaremos saber manifestar nuestros sentimientos y emociones. Hemos olvidado, durante este tiempo de distopías, cómo hacerlo. 

miércoles, 17 de febrero de 2021

Para Eva, mi hermana, de corazón.

 



 Coge el traje de sirena y ponte las alas. Vuela, disfruta, viaja.

El viento de la vida sigue soplando. Ahora con más fuerza que nunca.

Mándanos abrazos de arena y mar, de volcanes y desiertos, de laurisilvas con aromas a bosques mágicos, encantados y antiguos.

Océanos infinitos  y alisios fuertes, siempre constantes, te acompañarán en tu viaje. Navega como Ulises contra viento y marea. Canta. Sueña. Medita. No te apresures.

Visita la Anaga, donde habla la Madre Tierra y escucha el susurro de las hojas de la sabina bañadas por el viento y el mar. Atiende a sus leyendas. Reposa bajo el árbol milenario: el Drago, que te ofrecerá su protección mientras dure el camino.

Respirarás paz y regresarás cambiada.

Buen viaje, aventurera, inicias la ruta más importante de la vida: los sesenta. Que sea una travesía larga, llena de alegría, de fuerza y de ternura.

Las que te queremos, ya sabes, te acompañaremos siempre.

https://lacosmopolilla.com/anaga-el-bosque-de-laurisilva-de-tenerife/

https://www.webtenerife.com/que-visitar/otros-espacios-naturales/

 https://lostraveleros.com/que-ver-en-tenerife/

domingo, 7 de febrero de 2021

Tus abuelos: mandarinas y caramelos

 


Tienes una carita redonda, de luna bien llena. Tu abuela se asoma y reconoce en ti a sus hijos cuando eran pequeños, y a sus nietos, también bebés. Se estremece feliz hasta la médula. Eres la continuidad familiar, el eslabón más pequeño. Solo te mira y se le ilumina la cara. Te cuenta historias y te canta todo el rato y no se le despinta jamás la sonrisa.  Tú te ríes siempre con ella. Es camaleónica, unas veces parece un gato, de tremendos ojos, otras un cocodrilo o un forzudo orangután. No conoces aún tantos animales, pero te encantan los movimientos que hace con su cuerpo y sus voces diferentes y sorpresivas. Es una saltimbanqui. Te gusta mucho que el abuelo aplauda la actuación. Los miras a ambos y te lo pasas tan bien que no puedes parar de carcajearte. Te encanta estar con ellos. Los brazos de tu abuelo, a la hora de acunarte, son tan cómodos y blanditos como una mecedora. Te agarra y se te cierran los ojos enseguida que se inicia el suave balanceo. No puedes mantenerlos abiertos y los apagas como si fueran dos estrellas a la luz del día. Ya sabes que es un hipnotizador y un mago, estás convencida de ello. Te inunda su olor a montaña, a árboles, a campo. Te invita a soñar. Y tú, sin darte cuenta, eres tan dulce que hueles a almendras garrapiñadas y mantecadas. Te comerían a besos. Sueñas y cantas tonadillas infantiles y el mundo es mejor, lleno de flores, colores, arco iris, nubes de algodón y pájaros. Y la ilusión de tus abuelos, su alegría y el aroma a azúcar caramelizado se extienden por toda la casa mientras tú descansas.

Para la pequeña Carmen

miércoles, 3 de febrero de 2021

Florecilla silvestre




Dibujo préstamo de Nil Valbuena

Aunque eras muy coqueta y presumida, solo necesitabas encontrarte tú mona a ti misma, para salir y lanzarte a la calle. Muchos colorines, collares y abalorios siempre, –generalmente hechos por ti–, flores y pañuelos. Eras la reina del mambo, pues la música de todo lo que llevabas colgando acompañaba tus andares. Nada pegaba con nada, ni nada más alejado del ir conjuntada. Era tu propio estilo. Te importaba un bledo que la gente te mirase. Con los años fuiste acentuando esa tendencia de moda y pasotismo. Yo me moría de la risa literalmente, cuando paseaba contigo y tus estrafalarias vestimentas.  Además del gusto por los disfraces. Te disfrazabas siempre que ibas a contarles cuentos a los peques del cole y cuando ibas a la biblioteca a hacer una presentación o cuando te daba la gana. Hacías tuyo el "antes muerta que sencilla" de la canción, sin proponértelo, con la cabeza bien alta. Te ponías una bata de flores, de ama de casa cualquiera, encima de los pantalones, un sombrerito para que no faltara detalle y ya estabas lista.

–Pero... ¿sales así? ¿No te cambias? –le preguntaba yo atónita.

–¿Es que no te gusto, Mari?

–¡Cómo no me vas a gustar, anda, qué cosas tienes! –le contestaba, agarrándola del brazo como buenas amigas. Eres muy moderna y extravagante. ¡Vas divina!

Yo alucinaba colorines con ella. Tal vez se reflejaban en mí todos los que ella llevaba encima. Me alegrabas la vida.

Te echo de menos, amiga.