Hubo unos años en que hacer autoestop era considerado poco
menos que una actividad peligrosa. Los hombres que te recogían al volante de su
coche, siempre pensaban que buscabas otra cosa, además de desplazarte. Lo
practicábamos porque éramos jóvenes, rebeldes y nos salía muy barato. A lo sumo
nos costaba un café. Pero eso sí, nunca viajábamos solas, como mínimo en
parejas.
“La flaca”, contraviniendo todos los principios de manual no
escritos, subió ella sola y en un gran camión. Eso estaba súper prohibido. Y
además se enamoró. Larga distancia y gran amor.
Desde entonces viaja en su tráiler.
Cuantas verdades en tan pocas palabras, y el final, redondo.
ResponderEliminarRedondo, redondo y me trae algunos recuerdos, es verdad, siempre íbamos de dos en dos.
ResponderEliminarYo eso me lo perdí, por alguna razón que no recuerdo, nunca hice autoestop... me gusta tu micro!!
ResponderEliminarEva