El corazón de la locura. Salvador Dalí
El psicopatólogo Aquilino descargó su pesada levita y el maletín en el recibidor de su impoluta casa y ya ligero, se calzó las zapatillas que su
mujercita le dejaba preparadas junto a la puerta para no dañar el inmaculado
parqué y avanzó por el pasillo:
-¡Cariño, cariñito mío! ¡Paloma!
A pesar de llevar casados más de treinta años gustaba de
llamarla como en sus años de noviazgo. Creía rejuvenecerla con esos apelativos
y seguir viéndola como la adorada virgen que fue. Y eso, a pesar de los cuatro
hijos varones que dios les había otorgado.
-¡Amorcito, aquí me tienes, en la cocina! ¡Pobrecito mío, seguro que llegas muy cansado,
no hay más que verte! –le dijo la susodicha con boquita de piñón, mientras le colocaba
bien dispuestos los cabellos sobre la calva–. Te he preparado un riquísimo pastel y
ahora mismito te pongo la infusión de manzanilla. Pero, cuéntame ¿qué tal te ha
ido el día?
-No paro, es un sinvivir, todo el día discurriendo contra las
aberraciones sexuales que algunos reclaman. ¡Insensatos! No sé dónde vamos a ir
a parar. Ahora los jóvenes demandan el derecho al botellón y el reconocimiento
de la bisexualidad. ¡Locos!
-¡Santo cielo! –exclamó la mujer persignándose–. ¡Dios nos
coja confesados!
-Pero te revelaré que hoy he cometido un ligero pecadillo sin
importancia. Ni siquiera hará falta que se lo cuente a monseñor. Verás, salía
de la reunión de expertos católicos, donde por fin he conseguido una postura
unánime sobre la enfermedad de los homosexuales, cuando al ir al garaje me he
tropezado con una pareja de promiscuas, que también iban a buscar su coche. Al verse interpeladas por mí se han puesto muy agresivas. Ya sabes,
que si señor métase en sus asuntos y a usted qué le importa etc… Iba decidido a ayudarlas, pero he observado
una actitud hostil y nada dialogante en ellas. Así que te ahorraré los detalles,
pero digamos que la sociedad debiera agradecérmelo. No me ha quedado más
remedio. Dos drogadictas menos que no harán
uso indebido de la seguridad social a causa de sus depresiones, sus fobias, ataques de ansiedad
y trastornos de conducta.
-¡Ay, amorcito, qué bueno eres, no sé qué haríamos sin ti!...
Jeje, qué suerte que la actualidad te inspire la escritura!!!!Menuda terapia.A mí me deja más amarga, a ver si me cambio el chip.
ResponderEliminarBesos
Maga, como falta un guión en "pero te revelaré..." Parce que estén hablando dos hombres, lo cual no deja de ser gracioso, ¿es intencionado o ha sido un lapsus de tu incosciente? Buen relato y retroceso en el mundo de la actualidad.
ResponderEliminarlapsus, gracias.
ResponderEliminarPero que cruel eres, ¿no?. Luego hablas de mí, jijijiji. Pensar que todavía hay gente así, tan retrógrada....sniffff. Me ha gustado mucho. Desde hoy te sigo como fan incondicional.
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