Lo había esperado toda la vida. Estrella lo creyó convencida
cuando le dijo que volvería, tan solo era un año embarcado y después pasarían el
resto de su vida juntos. Era una decisión para salir del paso y hacer frente a
la crisis, más adelante todo se arreglaría y encontraría otro trabajo. Ella lo amaba, le recordaba a aquel galán de la película "Un tranvía llamado deseo", también duro y parco en palabras Al
principio le leía a su hijo las cartas y postales del mundo que recorría su
padre. Después, nada, ausencia. Había desaparecido del mapa cuyo recorrido
trazaban cada noche. Su rastro se perdió en Hong Kong. No regresó al barco.
Ahora, en la distancia de los años transcurridos, se preguntaba si no hubiese sido
mejor amar la vida por sí misma, por lo que representa y ofrece, sin estar
esperando, siempre insatisfecha, una quimera, un amor, ese que nunca tuvo y ya no tenía tiempo de alcanzar.
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