¡Por fin quietas! Nos quedábamos todas como las ilustraciones de las estatuas de sal que
aparecían en el libro de Historia Sagrada, sin movernos un pelo ni respirar,
mirando la pared que teníamos enfrente.
Las que menos suerte tenían eran excluidas a causa de un
conato de movimiento descontrolado y regresaban al punto de partida. Nuestra
mirada seguía a la jefa del grupo para aseverar o no su decisión eliminatoria.
Eran tan solo unos segundos intensísimos en los que apenas teníamos tiempo de
pensar quién se vería privada de nuestra futura amistad de patio de recreo de
colegio de monjas.
Qué bueno!!!, nada que envidiar al ganador, aunque hay que entender que son tantísimos los que reciben que la criba no debe ser fácil. A seguir intentándolo. :)
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