martes, 20 de diciembre de 2011

Diciembre




Habían caído bolas de naftalina del cielo, Wis se preguntaba cómo era posible que aquel granizo fuera tan perfecto y tan helado. El ruido en el tejado y en los cristales ensordecía cualquier otro sonido aislado. Pero le pareció oír algo extraño en el exterior. Ella desconocía lo que era el miedo. Era valiente y atrevida desde siempre, por eso no le importaba vivir sola y alejada de la aldea. Así que salió a la oscuridad a ver qué pasaba. Una de las ramas del abeto gigante que se hallaba  a la entrada se había quebrado por el azote del viento. ¿Y si ahora una sombra…? -pensó-, pero se rió de su propia ocurrencia. Siempre inventando situaciones al límite de lo humanamente soportable.
Volvió de nuevo al interior de la casa, atizó los leños de la chimenea y continuó escribiendo su relato de terror.

Sin duda alguna, para la que más nos atemoriza de todo el grupo.

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