Aina
escribió unos versos en un papel y los introdujo en el interior de una botella
que lanzó al mar de la isla donde vivía. Soñó que sus palabras, como osadas
navegantes, surcarían los mares lejanos.
Pasó
el tiempo, y en otra orilla, Ahmed, mientras ayudaba a su padre con la barca, vio una botella que contenía un mensaje, flotando sobre el agua. Llegó a su casa e intentó descifrarlo.
“El
mar, puente entre culturas; mis palabras, alas para tu libertad…”
-¡Inshallah! -y guardó el escrito en su corazón como el más
preciado tesoro.
Este también me gusta. Quizás un poco más el otro.
ResponderEliminarEste tiene más fuerza, más tirón, engancha más.
ResponderEliminarEnhorabuena por ambos, son geniales.