Cuando el otoño anticipa el invierno, los habitantes de Kamundus lustran sus cajas de cristal, se
meten en ellas y las cierran herméticamente
para que no pueda entrar ningún resquicio de frío. Cantan y cantan entre sus
mejores galas hasta que se convierten en crisálidas. Caen las hojas al arrullo
del viento de sus canciones, sueñan en tiempos más cálidos. A la llegada de la
primavera, la vida regresa a la naturaleza, se desatan las cajas y de su
interior surgen las más bellas mariposas que se lanzan, raudas, a surcar el
cielo de colores.
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