Desde hace poco tiempo vivo en
una cajita de bombones. Me trasladé a ella cuando la vida me asestaba unos
espaldarazos tan tremendos que me dejaban sin aliento. Decidí que ya estaba
bien, que la supervivencia personal era lo primero. Me relamo de gusto con los
rellenos de trocitos de avellanas, que acompañan mi café al iniciarse el día. Y
salgo a la calle feliz, sin la mente obturada por tantas realidades
negativas. Me enfrento a mi jornada relativizándolo todo pues sé, que al final
de mis andanzas por tantos sinsabores, me espera ese lugar mágico y acogedor, ofreciéndome aquellos intensos aromas que me conducen a soñar y a vivir siempre en un pedazo dulce de cielo.
Precioso micro, Malén. Me ha encantado el esperanzador final. Ese lugar mágico y acogedor...es bueno que te haga sentir bien y supongo que te refieres a tu nuevo hogar...
ResponderEliminarEn efecto, Amparo, así es.
EliminarSeductores esos sabores que evocan otros que están ahí listos para ser degustados, eso siempre merece la pena.
ResponderEliminarUn abrazo.