Las dos hermanas vivían sus respectivas
vidas con grandes pesares a costa de sus maridos: el uno, un despilfarrador y el
otro, un mujeriego. Como no eran felices pensaron en acabar con ellos, liquidarlos,
así por las buenas y que no les siguieran dando mala vida.
La primera de ellas decidió hacer
una cocción naturista con unas plantas venenosas de acción mortal. Su marido
era un enamorado de las terapias naturales y sabía que no lo defraudaría.
La segunda se aventuró a comprar
un producto químico, invisible en las autopsias, el Sevacuol. Sabía que
arrastraría todo lo que se interpusiese
en su camino intestinal y que no dejaría huella.
Optaron por celebrar un entierro
conjunto, para ahorrar trámites y peculio. A la salida comentaron risueñas: ¡Hay
que ver, pobrecitos, el uno comiendo y el otro defecando, si es que no tenían
remedio! E iniciaron juntas una nueva vida sin obstáculos en su camino.
Jaja..., muy ocurrente y divertido.
ResponderEliminarYo creo que el divorcio hubiera sido una opción igualmente eficaz, al parecer pasó de largo en las maquinaciones de estas dos mortíferas hermanas.
La fotografía le viene que ni pintado.
Je jeje..., muy divertido, casi real.
ResponderEliminarjajaja, ¡Qué bueno, mola el Sevacuol ese!!Muy buen contado Mag, me gusta ese final.
ResponderEliminarHostias, sevacuol, ¿qué es eso?
ResponderEliminarJa, ja, ja, un laxante Evacuol!!
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