Era demasiado grande como juguete erótico y su diseño, muy similar a las antiguas lavadoras de carga frontal. No estaba convencida, aunque me aseguraban que me sería fiel toda la vida y que cada una de las células de mi cuerpo me lo agradecería. Me dejé de pamplinas y acepté la prueba sin compromiso. Nada más acomodarme en su interior, mi cuerpo estalló en mil fuegos artificiales. La música la pusieron los vendedores, cuando sin poder articular palabra, me decidí por ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario