Siempre me ha gustado
entretenerme en roer los huesecillos del plato, pero lo que hoy tenía entre
manos no me dejaba tiempo para solaz
disfrute de mis sentidos. Empecé por la
carne prieta de tus muslos asados, jugosos y tiernos, no los quise compartir con
nadie. El resto lo congelé para pasar el invierno cerca de ti e ir comiéndote
poco a poco. Alma no encontré, su espacio estaba vacío, tampoco hubiera sabido
cómo cocinarla; así que dispuse tu corazón
traicionero en un recipiente aparte, y lo guisé a fuego lento y suave, como
querría que te hubieras comportado conmigo, amoroso y blandito. Le di un
toque final de hierbas aromáticas del jardín, para perfumarte en mi recuerdo y que el desamor y la infelicidad se evaporaran
y no dejaran un regusto amargo en mi cocina luminosa y tranquila.
Muy bueno, Maga, pero te aseguro que con alma están de muerte.
ResponderEliminarNo he tenido suerte con este desalmado, a ver si para el próximo!!
EliminarMuy bonito, Malén.
ResponderEliminar¡Qué bonito!Muy poético,me encanta!!
ResponderEliminarmariajose