-Es duro acostumbrarse a no estar contigo como siempre.
-Es extraño no seguir compartiendo nuestras vidas.
-Es angustioso darme cuenta de que tú ya no eres tú, de qué estás, pero no estás.
-Es difícil dejar de llorar por los rincones.
-Es desgarrador escuchar tus palabras inconexas, no entenderlas y decirte: "no te preocupes, yo estoy aquí", como si sirviera para algo.
-Es muy doloroso y contradictorio observar cómo te vas, aunque sé que ya te has ido.
-Es desesperanzador que no haya remedios ni medicinas para la demencia.
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