Era
nuestra primera cita en un restaurante de moda.
Los contactos vía internet resultan muy impersonales. He de reconocer
que toda ella me atraía. Pedimos los entrantes mientras degustábamos un aperitivo.
Quería que saliera bien, pero estaba demasiado nervioso. La veía desnuda acariciando
su copa fría. Mi mente iba muy rápida. La conversación era intranscendente. Desmenuzaba
mi roti y ella sorbía su vichyssoisse con
devoción. La imaginaba en otro contexto devorándome entero.
Y
entonces sucedió, el picor de mi nariz se convirtió en un estruendoso estornudo
propulsor de la ensalada que acompañaba
mi plato. La despedida fue en verde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario