lunes, 12 de agosto de 2019

Recordatorio





Unos tubos la conectaban a las máquinas que vigilaban todas sus constantes vitales. Los datos se reflejaban en sendas pantallas. El vendaje, al modo de los jemeres rojos, no te dejaba mirar hacia otro lado que no fuera su cabeza. Era un imán. Entraron sus hijos a visitarla cuando su mente se paseaba por el interior de la nevera de su casa. Qué había y qué no había.
Fue el momento más apropiado:
-Esta noche para cenar os hacéis las gambas frescas con pasta!! -les ordenó.
Así nada caducaría ni se tiraría mientras ella permaneciera en el hospital y podría descansar sin preocupaciones.
Su familia, con una media sonrisa tranquilizadora, pensó que ya se encontraba mucho mejor.

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