Taciturna andaba por la vida, envuelta en pensamientos negros como
arañas. Las palabras no pronunciadas son las que más hieren. Invade
el terrible silencio de lo no dicho. Deseaba cobijarse en palabras joviales
que la despojaran de patéticas disculpas
recurrentes.
A Soledad ya la conocía, a Desamor
también. Muy lejos distaban Compañeros, querida
siempre e Ilusiones, tan apreciada. Se
dejó acompañar por Imaginación y en
su peregrinaje hacia Felicidad, abandonaron
a Tristeza en tierra y le dieron la mano a Alegría.
Juntas sobrevolaron las críticas nubes
de tormenta y llegaron a un trozo de cielo límpido. Allí inauguraron el Albergue de las palabras
heridas. Compartir fue la primera en llegar, y tras ella:
Amistad, Libertad, Amor y Sueños.
Amistad, Libertad, Amor y Sueños.
Taciturna cambió su nombre.
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