Se acercó a la mesa que ocupaba Selene, aquella directora que siempre lo
trataba con tanta deferencia, que se sentía como un gran señor.
Estaba ocupada, esperaría de pie junto a la columna hasta que
terminara con sus clientes. Se soltó el cinturón de la gabardina e introdujo la
mano en el amplio bolsillo. El frío metal le recordó cuál era su misión.
Cuando llegó su turno se sentó frente a ella, Selene le sonrió
ampliamente, al tiempo que le preguntaba qué se le ofrecía. Él le solicitó el
estado de sus cuentas y cuando comprobó que era cierto, que había perdido todos
sus ahorros en aquel plazo fijo de mierda que ella le había recomendado como totalmente seguro y sin riesgo, le descerrajó
un tiro a quemarropa, mientras pronunciaba unas breves palabras:
-Ahora la estrella serás tú.
jajjajajaj, Malénnnnnnnnnnnnnnnnnn, uf, uf, uf
ResponderEliminarTodavía humea mi pistola, pequeña!!
ResponderEliminarA tiros vamos a tener que ir. Muy bueno, Maga. Ánimo que verás cómo no llega la sangre al río. Un abrazo.
ResponderEliminar¡¡Qué fuerte!! jaja...muy bueno
ResponderEliminarContundente, con decisión, sí señor, el final brutal. Enhorabuena.
ResponderEliminar