lunes, 25 de noviembre de 2013

ALAS






Taciturna andaba por la vida, envuelta en pensamientos negros como arañas. Las palabras  no pronunciadas son las que más hieren. Invade el terrible silencio de lo no dicho. Deseaba cobijarse en palabras joviales que  la despojaran de patéticas disculpas recurrentes.
A Soledad ya la conocía, a Desamor también. Muy lejos distaban Compañeros, querida siempre e Ilusiones, tan apreciada. Se dejó acompañar por Imaginación y en su peregrinaje hacia Felicidad, abandonaron a Tristeza en tierra y le dieron la mano a Alegría.
Juntas sobrevolaron las críticas nubes de tormenta y llegaron a un trozo de cielo límpido. Allí  inauguraron el Albergue de las palabras heridas. Compartir fue la  primera en llegar, y tras ella: 
Amistad, Libertad, Amor y Sueños.

Taciturna cambió su nombre.